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Uniendo esfuerzos en la mitad del mundo Quito Ecuador, marzo 27 al 30, 2008.


Edwin Loachamín y Milton Nasimba, practicantes de aikido en Ecuador desde hace unos 5 años, me escribieron en el mes de enero de 2008, pidiéndome consejo y apoyo para abrir un dojo en su país. Comenzaron diciéndome que en Ecuador el aikido lleva ya más de 20 años de existencia con diferentes maestros y dojo, sin embargo sienten que no se ha desarrollado lo suficiente. Me comentaban: “Nosotros pensamos que esto ha sucedido por diversas razones, una de ellas es que, a pesar de tantos esfuerzos, no se ha podido ofrecer una alternativa que esté acorde con las necesidades reales de los aikidokas ecuatorianos y de la comunidad que ha llegado a interesarse en practicar aikido”. "Por ejemplo, en la mayoría de los dojo existentes las cuotas son demasiado elevadas, por lo que tarde o temprano hay bajas y muchos interesados ni siquiera pueden comenzar. Otra razón es que entre los mismos estudiantes de los distintos dojo se van creando grupos simpatizantes de diferentes líneas o maestros de aikido, entonces rompen relaciones y nacen así otros grupos pequeños que tienen muy pocas oportunidades de crecimiento. Al repetirse de nuevo el proceso cuando estos grupos apenas comienzan, varios grupos se disuelven pronto. Otra de las razones es que cuando se intenta ofrecer ayuda para el crecimiento de algún grupo de aikido ya existente, por ejemplo, con apoyo en organización y experiencias aplicadas en otras áreas, las ideas de algunos maestros llegan a ser muy cerradas e incluso arbitrarias. Pensamos que sucede esto tal vez por miedo a perder el control o autoridad en su dojo o simplemente por falta de un auténtico interés en el crecimiento del aikido en Ecuador". En forma resumida, ésas fueron las ideas que llevaron a Edwin y a Milton —después de haber agotado todas las posibilidades existentes en su país— a hacer contacto conmigo, solicitándome una guía distinta y el apoyo para abrir un grupo que ofreciera una alternativa que pudiera cumplir con sus necesidades.

Con esta situación en puerta y antes de iniciar una relación, así como de ofrecerles el apoyo solicitado, les expliqué que realmente según lo que yo he podido apreciar en diferentes países, la situación que me exponían se presenta con más frecuencia de lo que ellos pudieran pensar, pero que no se debe culpar a nadie. Todos los seres humanos deben actuar de acuerdo con sus sentimientos y proyectos de vida y no podemos obligar a nadie a continuar o apoyar algo que no se quiere; en muchas ocasiones y por diferentes motivos, los estudiantes se van de un dojo para luego regresar o iniciar una relación distinta con su dojo matriz. Les conté cómo en mi propio dojo y en muchos otros que he conocido, aunque con ciertas diferencias, ha sucedido invariablemente la misma situación. Sin embargo, les dije también que si en realidad deseaban y estaban dispuestos a trabajar por el desarrollo del aikido en su propio país, podíamos unir esfuerzos y experiencias para que juntos creáramos y ofreciéramos la alternativa que ellos estaban buscando. Les aconsejé que debían dar pasos firmes y comenzar desde el principio de una manera abierta y con ideas claras. Además les comenté que si pensaban formar un grupo de aikido que fuera cerrado, es decir, sin apertura a los demás grupos y organizaciones existentes, o sólo a ciertos grupos o círculos sociales, entonces no podía ayudarles ya que la idea de AHAN y la mía propia, es que el aikido no es de nadie en particular, sino, como su fundador lo había expresado en algún momento de su vida, era para toda la humanidad. Agregué que si no comenzaban desde el principio en forma abierta, sin querer, podría suceder con su propio grupo lo que ellos mismos me contaron ha estado sucediendo en su país con otros grupos de aikido, entonces no llegaríamos muy lejos y sólo seríamos de nuevo parte del proceso, y sobre todo, no podríamos aportar nada relevante. Les dije cómo funcionaba la organización AHAN, que debían trabajar por lo menos un año y debían comprometerse en algún proyecto con fines humanitarios donde pudieran ayudar a su comunidad en forma periódica y a largo plazo. Con esta aclaración y acordando hacer lo necesario para aprender a trabajar y desarrollar el aikido de acuerdo con los principios de AHAN, planeamos comenzar para principios del mes de marzo, con un curso o seminario de aikido de 3 días en Quito, Ecuador. Sin embargo por un problema personal, no pudimos llevarlo a cabo en la fecha acordada. El seminario se realizó del 28 al 30 de marzo de 2008 con un total de 10 horas de práctica. Para este curso se invitó a los diferentes grupos de aikido de Ecuador y gente interesada. Como era de esperarse —de acuerdo con información de Milton y Edwin—, estudiantes de algunos grupos, aunque se enteraron, no pudieron acudir al seminario ya que sus maestros les pidieron que no lo hicieran. No obstante, otros grupos con una mentalidad acorde con las ideas de un aikido abierto y sin prejuicios, sí se permitieron participar y logramos crear entre todos un ambiente fraternal, con prácticas de aikido muy animadas y con gran armonía dentro y fuera del tatami.

"Este evento tuvo varios objetivos: además de ser un seminario abierto, se organizó también como un curso introductorio para quienes nunca habían practicado aikido. Se optó por una cuota de participación muy módica (20 USD), según me explicaron, sin precedentes en Ecuador. Además se realizó en el mismo lugar donde Edwin y Milton recién habían abierto su dojo en el mes de febrero de 2008 y al cual nombraron Katana Dojo. Éste se encuentra dentro de la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ), filial Quito, ya que la idea que ellos tienen es la poder realizar ayuda humanitaria al mismo tiempo que practicar aikido y desarrollar así una colaboración con esta institución al impartir la enseñanza de O´Sensei sin ningún costo, a jóvenes que provienen de familias de escasos recursos y que pertenecen a esta noble institución. De esta forma, podrán los jóvenes recibir la guía tan necesaria en esta difícil etapa de su vida y junto con muchas otras actividades, el aikido les resultará de gran ayuda.

Así también, hubo algunos participantes practicantes de otras artes marciales, quienes se desenvolvieron con gran interés en aprender y mantuvieron un buen espíritu durante todo el seminario".

Por mi parte y con la intención de ayudar en el comienzo de este nuevo dojo en Ecuador, no solicité ninguna cuota por la enseñanza, e incluso tuve la oportunidad de cubrir mis gastos de transporte aéreo. Mi retribución fue la oportunidad de compartir con todos los participantes y enriquecerme de su ánimo y buena energía. Durante los periodos de descanso y comidas, pudimos platicar sobre el aikido a nivel mundial; los estudiantes me hacían preguntas sobre cómo podrían ellos practicar aikido y no caer en situaciones de políticas de las cuales decían estar cansados y opinaban han afectado la hermandad entre los diferentes grupos de aikido en Ecuador. Realmente estaban muy interesados en poder llegar a mantener buenas relaciones con todos los grupos de practicantes de aikido en su país, tanto ahora como en el futuro, y me explicaban que muchas veces sentían que esta problemática venía desde las cabezas o líderes mundiales de las diferentes líneas de aikido. Ellos me hacían saber de su sentimiento de tristeza y muchas veces de impotencia al no entender por qué sucedía todo esto en un arte como el aikido, el cual proclama unión, amistad, desarrollo y paz entre todos los seres humanos

Les dije cómo, en muchas otras ocasiones, puede suceder lo anterior sólo por la costumbre, es decir, por seguir una sola forma de hacer las cosas y no atreverse a experimentar y compartir en forma distinta. Les expresé una de mis ideas de sentir acerca del aikido: es un arte con raíces muy profundas en la cultura japonesa, donde valores como el honor, el deber y el hacer lo correcto no se prestan a discusión y cuya observancia se toma muy en cuenta para considerar un auténtico desarrollo del practicante y entendimiento del aikido. Todos estos conceptos mencionados pueden llegar en la actualidad a confundirse, convirtiéndose en un arma muy poderosa para hacer de un ser humano sólo un títere, quitándole su derecho a ser, e incluso en ocasiones, hasta de pensar. Les dije que tuvieran mucho cuidado de no dejarse caer en una situación así, con ningún grupo, maestro o líder en aikido u otro camino marcial, que el aikido debía ser realmente para el ser humano y no el ser humano para el aikido. Para compartir y hacer aikido a la vez con diferentes grupos y líneas de aikido, les aconsejé que tal vez podrían llevar a cabo algo similar a lo que estábamos haciendo actualmente en México, continuar cada grupo con las distintas afiliaciones y compartir cuando menos una vez al año. Recién habíamos realizado en el mes de septiembre de 2007 el 1er. Encuentro Nacional de Amigos de Aikido, el cual había resultado muy positivo para todos, así que les invité a que leyeran mi reporte del evento para darse una idea y, si querían, hacer ellos algo parecido en su país.

Para terminar, les recordé que todos los estilos y formas de aikido que existen en el mundo realmente pertenecen en esencia a un solo aikido y si pudiéramos ser capaces a través del tiempo de mantener un espíritu abierto y de armonía, podríamos avanzar también en acuerdo con una de las ideas más importantes del fundador de este arte: "El hacer de todos los seres humanos una familia".

El seminario tuvo varias facetas. En ciertos momentos se consideró a los principiantes, dándoles las bases tanto teóricas como prácticas, así como un poco de historia, filosofía y fundamentos generales; también ofrecí técnicas para quienes se encontraban a en un nivel intermedio, y les solicité que se consideraran mutuamente en todo momento, que ayudaran a sus compañeros y que a la vez se preocuparan por practicar más fluido y fuerte, según con quen les tocara y estuvieran practicando. Pude además compartir mi propio método de enseñanza de aikido, el cual relaciona en forma estrecha el manejo del bokken y jo con las técnicas a manos libres.

Con esta nueva experiencia yo me sentí feliz de estar en la mitad del mundo y poder practicar y compartir con los estudiantes de aikido ecuatorianos, en su mayoría quiteños y quiteñas —como se autodenominan por una situación de manejo de género que parece que toda la sociedad ecuatoriana tiene muy presente—. El último día, el domingo 28, y dentro del mismo seminario, contesté al final varias preguntas, tanto de teoría como de forma de práctica y de aplicación a la vida cotidiana. Todos terminamos muy contentos, ellos con la promesa de participar en el futuro en próximos seminarios organizados por Katana Dojo, y yo con la de responder a sus invitaciones a seminarios sin importar el grupo, estilo o afiliación que organizara. Al terminar, me pidieron que entregara a cada uno de los participantes sus diplomas correspondientes, y después de cambiarnos y de ir a un lugar cercano para compartir con varios de los estudiantes una última comida, nos abrazamos y nos despedimos. Edwin y Milton, junto con sus familias, me llevaron al aeropuerto para tomar mi vuelo de regreso a México con escalas en Perú y Costa Rica. Quiero agradecer a todos en este seminario, por permitirme compartir, por su entusiasmo y actitud, y aunque no fueron muchos los participantes, sí sentí que fue mucha la entrega, energía y su deseo de aprender. Mis más sinceras gracias a Milton y Edwin por la magnifica organización y también a todos los familiares y amigos que en varios momentos estuvieron viendo el seminario y que de alguna manera compartieron con nosotros. Varios de ellos, agradecidos, me dijeron que estarían iniciándose pronto en aikido, pues este seminario les había cambiado la idea que tenían acerca de este arte; ahora se habían dado cuenta que sí podrían participar en las prácticas normales y en seminarios futuros. Yo espero verlos sinceramente dentro del tatami practicando, y estaré gustoso de volver el año próximo, o antes si es posible... a la mitad del mundo.


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