50 000 comidas servidas, 18 aniversario al servicio de la Misión del Rescate de Denver. 18 y 19 de m
Durante el 24 y 26 de mayo del 2008 estaría dando el 4to. Seminario de aikido en Guatemala. Entonces Emily Sensei, la vice-presidente de AHAN, me comunicó a comienzos del mismo mes que Homma Kancho deseaba que fuera a Nippon Kan, (los cuarteles centrales de AHAN). El motivo era impartir un seminario de aikido junto con él, ya que se festejarían 18 años de servicio para La Misión del Rescate de Denver y el logro de 50 000 comidas servidas por parte de Nippon Kan. El único inconveniente era que este evento se realizaría durante el 18 y 19 de mayo, con tan solo la diferencia de una semana al seminario que yo tenía en Guatemala. No era sencillo, sin embargo no podía negarme a esta invitación, así que hice lo necesario y en 15 días me encontraba ya en Denver listo para el evento.
Emily sensei fue a recibirme y como siempre, me dio mucha alegría verle. Ella es una mujer incansable, un pilar enorme de Nippon Kan que ha pasado por cosas que sólo alguien llena de amor podría pasar; todos los que hemos llegado a conocerla aunque sea un poco, sabemos bien de la veracidad de estas palabras. Después de explicarme cómo estaba todo y de instalarme en Nippon Kan en uno de los cuartos de los uchi deshi en turno, salí a cenar con Scott Olson Sensei, otro pilar indiscutible de Nippon Kan con quien en otras ocasiones he compartido en diferentes países y se ha convertido en un gran amigo para mí. Él me informó de algunas cosas que estaban viviendo en Nippon Kan en esos días que podían causar cierta tensión. Scott Sensei me ofrecía disculpas en forma anticipada si había algo que surgiera durante mi estancia que pudiera causarme molestias. Yo le dije que no se preocupara por mí, y que mejor trataran de ayudarse entre todos y sobre todo a Homma Kancho. Yo pensaba, ¿en qué dojo con más de 20 años de existencia no ha habido momentos de duda o de tensión, ya sea generado por los alumnos o por el mismo dojo cho?, y Nippon Kan por supuesto no era solo un dojo sino toda una organización internacional.
Realmente yo no podía hacer nada más que apoyar, tanto a Homma Kancho como a los miembros de Nippon Kan, y efectivamente en cierto momento en relación al seminario, ante uno de los momentos más difíciles que se presentaron, yo les dije que sólo me indicaran qué hacer y con gusto lo haría. Al final todo se resolvió y pude compartir con los estudiantes; se dio el seminario de aikido y pasé muy buenos momentos con todos los participantes.
Antes de comenzar una de las clases y después de que Homma Kancho realizara el saludo inicial, todos los practicantes, los uchideshi en turno de diferentes países e instructores que ahí nos encontrábamos, pasamos al jardín del Domo, el restaurante de comida japonés de Homma Kancho; ahí ya estaban dispuestos varios lugares para que todos ayudáramos para iniciar la preparación de la comida que se daría al atardecer en la Misión del Rescate de Denver.
Para preparar la comida rápidamente, todos nos pusimos mandiles; hubo puestos de cortado de papa, de cebolla, de lechuga y muchos más. Homma Kancho participaba activamente enseñando en cada mesa la forma de trabajar las legumbres; a mí me enseñó tanto él como algunos otros estudiantes. Al voltear a ver a las diferentes mesas, y aunque ya lo había leído en varios reportes, pude darme cuenta en vivo que en Nippon Kan realmente esta actividad la realizan de manera constante y frecuentemente ya que la mayoría sabía cortar en forma correcta, manejaban el cuchillo hábilmente y alrededor pasaban costales de un lado a otro con gran rapidez y en una armonía tal, que me hizo pensar en todo lo que podrían realizar los diferentes grupos de aikido que he conocido, todo lo que estos grupos bien organizados podrían hacer más allá del tatami en cada uno de los países que he visitado. De manera indiscutible, en ese momento estaba recibiendo una gran lección de vida y un mensaje muy fuerte para el rumbo de mi aikido.
Continuamos trabajando y en muy poco tiempo a mi juzgar, ya estaba lista una gran parte de la preparación de la comida que se daría a cientos de personas después del seminario, y entonces Homma Kancho gritó: "¡ES SUFICIENTE MUCHAS GRACIAS A TODOS!" Y Dawa, el cocinero oficial del DOMO, agradeció también por la ayuda y fue tomada una foto de recuerdo.
Inmediatamente después, todos nos quitamos los mandiles y regresamos al dojo; primero fuimos a los vestidores y baños para asearnos y a ajustarnos el uniforme para la práctica. Muy rápidamente todos estaban listos y en seiza frente al Kamizama con los ojos cerrados haciendo mokuzo, la meditación preparatoria antes de comenzar la clase. Después de una breve presentación, Homma Kancho me invitó a dirigir la clase; yo agradecí y a manera de broma, les dije que en todo el tiempo que había estado en aikido, nunca me había dado tanto sentimiento antes de comenzar una práctica, que los ojos los tenía aún llorosos por esta experiencia, pero era debido a que tampoco había cortado tantas cebollas.
Durante el seminario y al final de una de las clases, hubo una ceremonia en la que me entregaron varios documentos: los diplomas de Shodan de tres estudiantes de Guatemala. Homma Kancho me solicitaba llevarlos conmigo a Guatemala el siguiente fin de semana y entregarlos a Nehemías Valle, Pablo Buenafe y Oscar Avedaño. Yo recibí estos reconocimientos emocionado, ya que he sido testigo del esfuerzo y el tiempo más allá de lo normal en el mundo de aikido que ha costado a estos tres estudiantes el llegar a este grado. Así entonces, mis sinceras felicitaciones a estos tres buenos practicantes de aikido por este logro. Felicidades también a Rebekka Heardi y Alberto Manzano de Aikido Cuautla y a Juan Carlos Garoz y Pablo Buenafe de Aikido Guatemala; ambos dojo han trabajado durante más de 3 años para recibir este especial nombramiento. Y quiero mencionar de nuevo a Juan Carlos Garoz, si él está de acuerdo conmigo, pues con este reconocimiento oficial se logra por fin el sueño que sé, comenzó desde el año 2005 y que ambos iniciamos juntos, dando los pasos necesarios para introducir el aikido con fines de ayuda humanitaria en Guatemala, ¡felicidades de verdad!
El día domingo después del seminario nos fuimos a la Misión para terminar de preparar todo lo necesario para servir la comida. Los uchi deshi ya se habían ido una hora antes para ir avanzando. Después de un buen baño, pasó por mí Emily Sensei y al llegar me presentó; de inmediato nos pusimos manos a la obra, me coloqué de nuevo un mandil y me dispuse como todos a ayudar para el evento. Homma Kancho iba y venía como de costumbre, dirigiendo, cargando, lavando y preparando todo. A pesar de que desde temprano había comenzado con muchas actividades, no se le veía cansado, sólo excitado; conociéndolo, puedo decir que ésa es una condición normal en él, siempre parece que anda apurado, como si no fuera a llegar el día de mañana, comiéndose el mundo. Francamente, de todos los maestros de aikido que he llegado a conocer, Homma Kancho es el que he visto que más trabaja y pone las manos donde muchos ni siquiera pensarían por no ensuciarse; no sé aún cómo puede trabajar tanto.